Corazón Salto

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domingo, 22 de marzo de 2015

Un desastre de profetas


Mi columna semanal publicada en Notiminuto


En Venezuela, la realidad es cruel con los profetas del desastre. Desde el primer día en que el Presidente Chávez tomo posesión hace 16 años, hubo quien se especializó en preconizar que una catástrofe nos aguardaba a la vuelta de la esquina. Que si ahora sí que se acabó la democracia. Que si esta vez sí que sí, Venezuela va a hacer default sobre su deuda. Que si el nuevo caracazo no tarda más de 48 horas en suceder. Que si nos van a quitar a nuestros hijos, y tendremos que compartir nuestro apartamento con una familia de damnificados… La proyección cataclísmica del futuro es inherente a la visión conservadora de cualquier iniciativa audaz, transformadora o rebelde, y forma por supuesto parte de su batería de propaganda de guerra para atemorizar y desmoralizar a la gente. De hecho, hasta el infamemente célebre “Decreto de Obama” forma parte de esta suerte de visión histérica de la derecha sobre Venezuela, al afirmar que la seguridad nacional de Estados Unidos está amenazada por nuestro país, exageración absurda que no se toma en serio ni la desquiciada de Ileana Ros-Lehtinen.

Y si la profecía del desastre prolifera en tiempos de bonanza, crecimiento y bienestar, podrá uno imaginarse lo que sucede cuando la coyuntura es más compleja y que las dificultades afloran. Desde hace dos años, he perdido la cuenta de las predicciones alocadamente catastróficas que interlocutores categóricos me han dado por inminentes, con esa seguridad y aplomo que otorga, aunque suene duro decirlo, la ignorancia. Y cada vez, lo confieso, he caído en la trampa de cuestionarme a mi mismo. Cuando alguien se me acerca y me dice: “supongo que tú estás claro de que mañana va a pasar tal cosa terrible”, siempre siento esa mezcla de pena con envidia que provoca el sentirse excluido del primer anillo de la información, con el aliciente de que, una y otra vez, la tal cosa terrible nunca termina pasando, pues no se trata de otra cosa que de un rumor infundado más, una afirmación sin pies ni cabeza y desprovista de basamento analítico y racional. Al final, me consuelo diciéndome que siempre me entero de último de esos rumores apocalípticos, porque a la mayoría de mis conocidos les da vergüenza desperdiciar mi tiempo comentándomelos, pero siempre hay una excepción a la regla…

Y aunque sea muy temerario aquello de ponerse a predecir sobre la realidad de una sociedad, yo le seguiré apostando a una lectura racional y apaciguada de la Venezuela de hoy. Asumiendo como postulado de base que los venezolanos no somos una partida de maniáticos caprichosos y compulsivos, sino gente razonable que tiene principios y valores que rigen su forma de actuar. De hecho, si hay una ley infalible en ciencias sociales, es aquella de que no hay mejor manera de predecir el futuro que estudiando el pasado. Simplemente porque los eventos tienen una lógica, una secuencia, una coherencia que no suele ser alterada a menos que intervenga un shock externo brutal. La mejor respuesta a la pregunta “¿tu crees que de verdad va a haber elecciones legislativas este año en Venezuela?”, siempre será: “en Venezuela no se ha suspendido una elección en décadas, y además el PSUV y la MUD anunciaron que van a escoger a sus candidatos en primarias que ya tienen fecha”. “¿Y piensas que el chavismo tiene chance de ganar?” – “pues, aunque esta vez la situación económica coloca al gobierno en una posición complicada, no olvides que el chavismo ha ganado 18 de las 19 elecciones anteriores, así que nada está jugado de antemano”. “¿Y qué pasará si el chavismo llegara a perder? – “pues lo mismo que pasó la única vez que perdió. Reconocer los resultados y reformular su estrategia política”. Y así sucesivamente. Y si a alguien le suena eso demasiado racional, es porque se ha dejado contaminar por los profetas del desastre, aquellos que se empeñan en que tengamos una visión de nuestro futuro totalmente divorciada de nuestro pasado, de lo que somos en realidad y no lo que cuatro locos quieren que seamos.

Siguiendo ese razonamiento, podríamos decir que el pasado del chavismo en Venezuela está plagado de victorias políticas y de conquistas sociales. El pasado reciente de nuestro país indica que la gran mayoría de nuestros compatriotas está compenetrada y conforme con la visión solidaria que el chavismo propone de la sociedad, pero también demuestra que existe una exigencia creciente de que el chavismo asegure, de manera eficiente y honesta, la traducción en hechos concretos y palpables de su propuesta política.  A diferencia de lo que los profetas interesados del desastre se la pasan repitiendo a diestra y siniestra, la sociedad venezolana no pide ni ha pedido nunca un “cambio de modelo”, lo que sí exige es que el modelo que hemos escogido y ratificado en cada elección desde 1999 cambie lo que tenga que cambiar en su organización interna, en su proceso de toma de decisiones, en su modo de gestión, para seguirle entregando al país la cosecha de logros y éxitos que ha tenido en Revolución. El chavismo es el único modelo político, económico y social exitoso que ha generado la sociedad venezolana contemporánea. ¡No hay ninguna razón para cambiarlo! O sí, sólo habría una, y es que nos reveláramos incapaces de adaptar nuestro modelo a sus circunstancias, y en vez de inventar soluciones, quisiéramos resolver problemas nuevos consultando en un manual. Por aquello de “o inventamos, o erramos”.

El chavismo tiene con qué prolongar el camino de victorias y conquistas que ha recorrido en el pasado. Y por supuesto que tenemos con qué ganar las elecciones legislativas de este año. En nuestras manos está no darle el gusto a los profetas del desastre, y seguir demostrando que son un desastre de profetas.

Temir Porras Ponceleón

@temirporras

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